Nota para el padre o profesor: El siguiente es un plan de clase de 20 a 30 minutos de duración, que enseña el tema del agradecimiento y cómo dejar de quejarse y refunfuñar. Es ideal para niños de 1 a 6 años. * Debatir: Charlen de lo poco agradable que es estar cerca de alguien que siempre se queja. Comparen las quejas con un calcetín apestoso, u otra cosa que al niño le resulte desagradable. Pongan de relieve la clase de actitudes que hacen que la gente disfrute de su compañía. Video: «Mirar el lado positivo». Tema de conversación: Aunque a veces es fácil enfatizar lo que sale mal, la felicidad viene cuando uno se concentra en lo positivo. Leer o memorizar una de las rimas de «Gratitud: Paginas para pintar». También se puede descargar y pintar las paginas. Leer «Piedritas de luz: Muchas razones para estar contentos.» Completen la tarea de «acción» al final del artículo. Memorizar 1 Tesalonicenses 5:18 (RVR1960): «¡Dad gracias en todo!» Leer «Poema: Mi rayito de sol». Encontrarán el libro para colorear correspondiente aquí. Video: «Video: El poder de una sonrisa». Actividad opcional: De una hoja de cartulina, recorten un círculo grande que represente el sol. En el centro del círculo escriban: «Cómo encontrar el lado positivo» y hagan una lista de las cosas que puede hacer el niño cuando está desanimado. Hagan una agujero en la parte superior del círculo, pásenle un hilo, y cuélguenlo en un lugar visible. Adaptado de un plan de clase de My Wonder Studio. Imagen gentileza de Grant Cochrane, www.freedigitalphotos.net
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Nota para el padre o profesor: A continuación presentamos un plan de clase de 20 o 30 minutos de duración, que trata sobre el tema del coraje para hacer lo correcto. Sus objetivos principales son: ayudar a reconocer la importancia del coraje en situaciones difíciles y demostrar que el coraje se trata de una decisión de superar el temor y perseverar en lo correcto.
Aunque el estudio va dirigido a niños de 8 a 12 años, se puede simplificar, explicar o adaptar para el nivel de comprensión de cada niño. * Lean «Un mundo sin coraje.» Charlen sobre la importancia del coraje en su vida y en el mundo que los rodea. Nombren algunas profesiones en las que es indispensable manifestar valentía. Piensen en circunstancias de sus vidas que requieren valor y la determinación de ser valientes a pesar del temor. Lean «La historia de Gedeón» y «Héroes de la Historia: William Wilberforce». Comenten la vida de esos dos personajes y como, a pesar de ser personas comunes y corrientes, tuvieron la convicción de no quedarse al margen mientras el mal prevalecía. Aunque puede que en la vida del niño no haya ejemplos tan claros de maldad, Dios nos pide que lo amemos y que amemos a los demás, y vivir según ese patrón suele requerir mucho coraje. Enumeren algunos pequeños actos de amor que requieren valentía. Lean el relato «Perritos calientes». El misionero que tomó la determinación de hacer lo que Dios le pidió actuó con coraje. Aunque haya sentido timidez o vacilación, tuvo fe para seguir la voz de Dios. Destaquen que la valentía no implica hacer cosas arriesgadas o tratar de ser “audaz”; es hacer lo que Dios nos indica. Lean el relato «Dos soldados conquistan a miles». Cuando hacemos lo que Dios nos indica, Él nos da la fe, el coraje y la providencia para que cumplamos Su voluntad. Memorizen «Porque yo el Señor soy tu Dios, quien te sostiene de tu mano derecha, y te dice: No temas, yo te ayudo.» (RVR1960) Materiales Suplementarios: Vence tus dragones Valores morales para niños: Coraje La Historia de Florence Nightingale (Video animado) Adaptado de un plan de clase de My Wonder Studio. Joseph Reader
El entretenimiento es capaz de transmitir mensajes sutiles. El Dr. David Walsh, autor de Selling Out America’s Children: How America Puts Profits before Values and What Parents Can Do (La traición a la juventud estadounidense: cómo se da más prioridad a las utilidades que a los valores, y qué pueden hacer los padres), identifica seis supuestos valores clave que predominan en los medios: 1. La felicidad se obtiene consiguiendo cosas materiales. 2. Trata de conseguir lo más que puedas para ti mismo. 3. Hazlo lo antes posible. 4. Gana a toda costa. 5. La violencia es entretenimiento. 6. Aspira siempre al placer y evita el aburrimiento. Naturalmente, no resulta para nada sorprendente que los medios pongan el acento en el entretenimiento y el materialismo. En última instancia, prácticamente el 90% del contenido que vemos en los medios está en manos de un puñado de gigantescas empresas transnacionales, como Time Warner, News Corp., Disney, Viacom, Vivendi, Bertlesmann y Sony. George Gerbner, veterano crítico de los medios, señala que por primera vez en la historia de la humanidad la mayoría de los relatos sobre personas, la vida y los valores no nos llegan de nuestros padres, colegios, iglesias y otros representantes de la sociedad que tienen algo que decir, sino a través de un distante grupo de conglomerados que tienen muy poco que contarnos y mucho que vendernos. Por ende, los medios de comunicación del siglo XXI se nutren principalmente de un pequeño grupo de grandes empresas cuyo interés primario no es la salud de la sociedad ni el bienestar de nuestros hijos, sino aumentar al máximo su margen de ganancias. En una entrevista de la agencia noticiosa católica Zenit se preguntó a la guionista Clare Sera cómo ejerce Hollywood influencia en nosotros sin que nos percatemos siquiera de ello. Veamos sus respuestas: De muchas maneras. Aunque cada película y cada programa de TV deja su huella, tenemos mucho poder de decisión sobre la forma en que nos dejamos influir por ello. A continuación, Sera explica lo importante que es hablar de los mensajes subyacentes de una película luego de haberla visto, especialmente con nuestros hijos. Las películas presentan buenas oportunidades para hablar de temas que probablemente no se nos ocurren en la mesa. Es una buena forma de entablar conversación con nuestros hijos sobre el motivo por el que pensamos que tal o cual película tiene un mensaje negativo o un mensaje genial, y preguntarles su parecer. Y no solo con las películas. A los padres siempre se les presentan oportunidades para explicar: «A esto nos llama Cristo», o bien: «Así es como esta cultura difiere del llamado de Cristo», para luego hacerles ver la diferencia entre lo bello en apariencia y lo profundamente hermoso, entre la satisfacción inmediata y la profundidad de alma. Entre Britney Spears y la Madre Teresa. En el fondo, la mejor protección contra la tendenciosidad de los medios y sus efectos es tener cuidado con aquello a lo que nos exponemos y limitar su consumo. Encender la televisión o tragarse sin espíritu crítico publicaciones de difusión masiva son actividades que permiten el acceso a nuestra mente a cualquiera que tenga los recursos para influir en nosotros por los medios de comunicación de masas. Nuestra mente vale que la salvaguardemos. Conviene limitar las vías por las que otros pueden acceder a ella. Si mantiene la mente demasiado abierta, se la llenarán de basura. ¿Te gustaría canalizar la ilimitada energía y curiosidad de tu hijo de modo que lo pase bien y al mismo tiempo aprenda? Preescolares es una guía pedagógica con cantidad de consejos e ideas de actividades entretenidas y fáciles de realizar con las que tu pequeño terremoto se mantendrá ocupado por horas y horas. Y, lo que es más importante, te enseña a prepararlo para los desafíos y cambios a los que se enfrentará y a cimentar su fe, la cual le orientará y sostendrá el resto de su vida.
Basado en los escritos de David Brandt Berg La clave para criar niños felices, bien adaptados y de buen comportamiento es en realidad bastante simple: el amor. Lo que no siempre es tan simple ni fácil es saber cómo aplicar ese amor. A continuación reproducimos diez consejos que sin duda te serán de utilidad. 1. Lleva a tus hijos a aceptar a Jesús. Hay veces en que el amor natural que Dios te ha dado por tus hijos no basta para satisfacer sus necesidades. Les hace falta su propia conexión con la fuente del amor —Dios mismo—, y esa conexión la consiguen aceptando a Jesús. Establecer un vínculo con Jesús es tan sencillo que hasta los niños de dos años son capaces de hacerlo. Basta con que les expliques que si le piden que entre en su corazón, Él se convertirá en su mejor Amigo, los perdonará cuando se porten mal y los ayudará a portarse bien. Luego enséñales a hacer una oración como esta: «Jesús, perdóname por portarme mal a veces. Entra en mi corazón y sé mi mejor Amigo para siempre. Amén». 2. Transmíteles la Palabra de Dios. ¿Qué podría ser más beneficioso para tus hijos que enseñarles a hallar fe, inspiración, orientación y respuestas a sus interrogantes y problemas en la Palabra? «La fe viene por el oír la Palabra de Dios» (Romanos 10:17). La lectura diaria de la Palabra es clave para progresar espiritualmente. Eso es válido a cualquier edad. Si tus hijos son bastante pequeños, puedes empezar por leerles una Biblia para niños o libros de Historia Sagrada, o viendo con ellos videos basados en la Biblia y explicándoles lo que sea necesario. Sé constante y hazlo divertido. En poco tiempo tus hijos estarán «sobreedificados en [Jesús] y confirmados en la fe» (Colosenses 2:7). Así habrá menos probabilidades de que se descarríen a causa de influencias malsanas o de que busquen respuestas en otros sitios, pues su vida estará fundamentada en el cimiento sólido de la Palabra de Dios. 3. Enséñales a actuar motivados por el amor. Dios quiere que todos obremos bien, no por temor al castigo, sino porque lo amamos y amamos al prójimo. Si tus hijos han aceptado a Jesús y les has enseñado a amarlo y respetarlo, y a amar y respetar a los demás, y vas reforzando esos principios, con el tiempo aprenderán a tener esa motivación. Desde muy temprana edad puedes enseñarles a practicar el amor siendo desinteresados y considerados con los sentimientos y necesidades ajenos. Jesús lo resumió en Mateo 7:12, en lo que se conoce como la Regla de Oro. La siguiente paráfrasis es un estupendo punto de partida para enseñar a los pequeñitos a tener el amor por motivación: «Trata a los demás como te gustaría que te trataran». 4. Promueve una comunicación franca y sincera. Si tus hijos saben que vas a reaccionar con calma y con amor pase lo que pase, es mucho más fácil que te confíen sus intimidades. Si cultivas una relación de confianza y entendimiento mutuo cuando todavía son pequeños, es mucho más probable que mantengan abierta esa línea de comunicación cuando lleguen a la preadolescencia y la adolescencia, período en que sus emociones y problemas se vuelven mucho más complejos. 5. Ponte en su lugar. Procura relacionarte con tus hijos a su nivel y no esperar demasiado de ellos. Recuerda también que la gente menuda suele ser más sensible que las personas mayores, así que es importante tener mucha consideración con sus sentimientos. Todos sabemos lo descorazonador que es que nos pongan en situaciones embarazosas, que nos ofendan o nos denigren. Si tomamos conciencia de que esas experiencias desagradables pueden ser aún más traumáticas para los niños, haremos todo lo posible por evitarles ese tipo de incidentes. 6. Da buen ejemplo. Sé el mejor modelo de conducta que puedas, pero sin pretender haber alcanzado la perfección. Manifiéstales amor, aceptación, paciencia y perdón, y esfuérzate por practicar las demás virtudes y por vivir conforme a los valores que quieres enseñarles. 7. Establece reglas razonables de conducta. Los niños son más felices cuando saben cuáles son los límites, y esos límites se hacen respetar sistemáticamente, con amor. Un niño malcriado, caprichoso e irresponsable se convierte en un adulto igualmente malcriado, caprichoso e irresponsable. Es, pues, importante que aprenda a responsabilizarse de sus actos. La meta de la disciplina es la autodisciplina, sin la cual un niño se ve en franca desventaja en el colegio, y posteriormente en el trabajo y en la sociedad. Uno de los mejores métodos para establecer reglas es conseguir que los niños mismos ayuden a fijarlas, o al menos que las acepten de buen grado. Requiere más tiempo y paciencia enseñarles a tomar buenas decisiones que castigarlos por decidir mal, pero a la larga es más eficaz. 8. Prodígales elogios y aliento. A los niños les pasa lo que a todos: los elogios y el aprecio los motivan a hacer enormes progresos. Cultiva su autoestima elogiándolos sincera y constantemente por sus buenas cualidades y sus logros. Recuerda también que es más importante y da mucho mejor resultado elogiarlos por su buen comportamiento que regañarlos cuando se portan mal. Si te propones hacer siempre hincapié en lo positivo, tus hijos se sentirán más amados y seguros. 9. Ámalos incondicionalmente. Dios nunca se da por vencido con nosotros ni deja de amarnos por mucho que nos descarriemos. Así también quiere Él que seamos con nuestros hijos. 10. Reza por ellos. Por mucho que te esfuerces y por muy bien que hagas todo lo demás, te verás en situaciones que escapan a tu control o que requieren más de lo que tú puedes aportar. Sin embargo, nada escapa al control de Dios ni supera Su capacidad. Echa mano de Sus ilimitados recursos por medio de la oración. Él conoce todas las soluciones y puede satisfacer toda necesidad. «Pedid, y se os dará» (Mateo 7:7). «Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto» (Santiago 1:17). ¡Que lo disfrutes! Gentileza de la revista Conéctate. Usado con permiso. Los niños deben obedecer y honrar a sus padres.
Pídele a Dios que te oriente en la educación de tus hijos.
Tratar a tus hijos con benevolencia y amor.
La paciencia, la misericordia y la verdad son lo más eficaz.
Los padres tienen la obligación de educar a sus hijos y darles buen ejemplo.
Se debe castigar a los hijos cuando lo precisen.
Una formación cristiana les servirá de guía toda la vida.
Basado en un articulo en la revista Conéctate. Foto gentileza de photostock/freedigitalphotos.net No es fácil criar hijos en el mundo de hoy. Muchos de los valores cristianos que quieres inculcarles son objeto de persistentes ataques por parte de personas que tiran en sentido contrario. Te preocupa que aun tus más nobles esfuerzos no basten, y que tus hijos desechen los valores que más significan para ti. Sé que a veces sientes el impulso de arrojar la toalla; pero no lo hagas. Tu interés y desvelo no son en vano. Por mucho que te desvivas, tus posibilidades tienen un límite. Sin embargo, Yo soy capaz de hacer mucho más que tú, y te ofrezco Mi asistencia. Además, entiendo a tus hijos aún mejor que tú y sé la mejor manera de abordar sus problemas. Ansío colaborar contigo para convertirlos en las personas de bien que tanto tú como Yo deseamos que sean. Encomiéndamelos en tus oraciones. Por medio de ellas puedes desempeñar tu función mucho mejor, guardarlos del mal y de influencias malsanas y hallar soluciones a sus problemas. Asimismo, me darás la posibilidad de intervenir para hacer lo que está fuera de tu alcance. Tómate un rato todos los días para orar por tus hijos. Cada vez que te enfrentes a un asunto espinoso, pídeme la solución. Comienza hoy mismo a valerte de la oración para potenciar tus esfuerzos. A fuerza de oraciones se producirán cambios que nunca has creído posibles. Extraído del libro, "De Jesús con cariño, para momentos de crisis". © Aurora Productions. Photo copyright (c) 123RF Stock Photos Mis hijos están en una edad en la que mirar la televisión o ver películas es una de sus actividades preferidas. El problema es que casi todo lo que quieren ver contiene actitudes, lenguaje o comportamientos que no apruebo. Además pareciera que esos aspectos negativos son justamente los que más recuerdan e imitan. ¿Cómo puedo resguardar a mis hijos de esas influencias nocivas? Son muchos los padres que hoy comparten esa preocupación. Se dan cuenta de la importancia de vigilar —y a veces restringir— lo que sus hijos ven y escuchan, y sin duda tienen pleno derecho a hacerlo. Es más, tienen la obligación moral de hacerlo. Por otra parte, es prácticamente imposible proteger a los hijos de todas las influencias negativas a las que puedan verse expuestos. Si no es por medio de la TV, las películas o los videojuegos, les llegan por medio de sus compañeros y amigos, o por otras rutas. No siempre podemos proteger a nuestros hijos de las influencias negativas, pero sí podemos ontrarrestarlas. A continuación algunos consejos al respecto: Hay que pasar tiempo con los niños para inculcarles los valores positivos que queremos que tengan el resto de su vida. En este caso en particular, dedicarles tiempo consiste en habituarte a ver programas con ellos y a conversar luego sobre lo que vieron, con el objeto de ayudarlos a extraer de la experiencia todo lo positivo que sea posible, y lo menos posible de lo negativo. Eso además te da ocasión de charlar sobre actitudes o conductas controvertidas desde la perspectiva de una tercera persona. «¿Qué te parece que debió haber hecho el personaje en esa situación?» Con el tiempo ello contribuye a que los niños se formen valores personales firmes y a la vez les enseña a escoger con más criterio lo que ven. Siempre que sea posible, es importante revisar previamente lo que van a ver, o al menos leer una reseña objetiva para estar al tanto del contenido. Así puedes asegurarte de que sea apropiado para su edad o apto para niños. También te da tiempo para reflexionar sobre las enseñanzas o la información que se puede sacar de ello. Piensa de qué forma puede resultarles beneficioso. Si no das con nada, es posible que no valga la pena que lo vean. Procura que lo que ven y la conversación posterior se ajuste a su edad. Los videos tienen una ventaja sobre la TV: puedes pausarlos para responder sus preguntas. Por eso, siempre que te sea posible graba los programas y preséntaselos después a los niños. (Así también se evitan los avisos publicitarios nocivos, los que por ejemplo presentan productos que a tu juicio no serían buenos para ellos.) En caso de que un niño pequeño vaya a asustarse o no vaya a entender ciertos pasajes, detén la película y sáltate esas partes. Los niños mayores generalmente prefieren ver toda la película y conversar después sobre ella. El debate tiene por objeto que los niños reflexionen acerca de lo que acaban de ver y lleguen a conclusiones más maduras de las que sacarían por su cuenta. Los niños aprenden mejor haciendo preguntas y razonando las cosas que cuando se les dan todas las respuestas servidas en bandeja. Además, suelen aceptar mejor la orientación que se les brinda cuando ésta les llega por conducto de respuestas a sus preguntas o como consecuencia de preguntas que tú mismo les plantees y que los lleven a reflexionar. Tienden a aceptar mejor las cosas de ese modo que cuando, según su percepción, los estamos sermoneando. Mientras ven la película también puedes tomar nota de cosas que te puedan servir de base para interactuar con tus hijos de formas entretenidas, positivas y didácticas, por ejemplo leyendo cosas interesantes sobre personajes, sitios o acontecimientos históricos, realizando actividades que aparezcan en el programa u organizando una salida relacionada con el tema. Te sorprenderá cuánto se pueden beneficiar los niños de una película o documental si tienen un poquito de orientación. Pueden aprender mucho sobre la vida y la naturaleza humana. Pueden aprender a lidiar con crisis y dificultades y a establecer lazos de empatía con otras personas. Pueden tomar conciencia de que las decisiones erróneas tienen sus consecuencias y así escarmentar en cabeza ajena. Así, pues, aunque las películas y la TV son potencialmente nocivas, en realidad pueden convertirse en un medio didáctico eficaz y estrechar los lazos familiares si se escoge bien lo que se ve. Extraído de la revista Conectate. Usado con permiso.
La sencillez del experimento llevado a cabo en el centro de cuidados diurnos y la crudeza de los resultados dejó a los padres atónitos. Cuando un curso de niños de entre dos y cinco años vieron en televisión el programa «Barney», el dinosaurio violeta de corazón tierno, cantaron con él, marcharon con él, se tomaron de la mano y rieron juntos. Al día siguiente, la misma clase vio un capítulo de los agresivos jóvenes «Power Rangers». Al cabo de apenas unos minutos ya estaban pegándose golpes de karate y dando patadas voladoras al aire y unos a otros. «Aunque el contenido de esos programas no es educativo, nuestros hijos aprenden de ellos, porque los niños siempre están aprendiendo», dice David Walsh, del National Institute on Media and the Family (Instituto Nacional para el estudio de los medios y la familia), que condujo el experimento. Según un estudio de la violencia en la televisión llevado a cabo a escala nacional —tanto en la televisión abierta como en los canales de cable— las escenas de violencia que se transmiten en los horarios de mayor teleaudiencia se han incrementado desde 1994. El estudio arrojó también el resultado que la forma en que se presenta la violencia en muchos casos —exaltada, aséptica y sin consecuencias negativas— supone un grave riesgo para los niños. «Esos patrones enseñan a los niños que la violencia es deseable, necesaria e indolora», dice Dale Kunkel, de la Universidad de California (Santa Bárbara) donde se condujo el estudio. ***** Los niños imitan lo que ven y escuchan, y por naturaleza tienden a copiar lo negativo. Los más pequeños, sobre todo, no siempre son capaces de distinguir entre el bien y el mal, y les resulta aún más difícil cuando se ensalza a los culpables de conductas réprobas haciéndolos parecer envidiables y buenos en otros sentidos. Los muestran bien parecidos, prósperos, simpáticos, más listos que las personas mayores y con plena libertad para hacer lo que les plazca. Los niños se encuentran en un proceso de formación de los valores sobre los cuales fundamentarán su conducta el resto de su vida. Es obligación de los padres orientarlos a través de ese proceso. Los cabezas de familia están faltando a su deber si dejan a sus hijos ver lo que quieran en la televisión sin ningún tipo de orientación ni explicación sobre lo que es y lo que no es socialmente aceptable. Eso vale también para los programas orientados a los niños, incluidos los que ostentan la etiqueta de didácticos. El solo hecho de que una película o serie de televisión esté catalogada de apta para niños no significa que sea buena para los tuyos. Corresponde a los padres tomar esa decisión. Ellos tienen también el deber de apartar a sus hijos de lo negativo, ya sea evitando exponerlos a esas influencias, o bien explicándoles por qué son perjudiciales y no conviene imitarlas. Los padres de familia debemos revisar detenidamente las influencias a las que están expuestos nuestros hijos y decidir si esos son los modelos de conducta que queremos para ellos. No olvidemos que el día de mañana ellos serán el producto de lo que vean, escuchen y emulen hoy. – D.B. Berg Extraído de un artículo escrito por Maria Fontaine
Una parte de ayudar a sus hijos a crecer y madurar es enseñarles a escoger bien en diversas situaciones y permitirles situaciones y experiencias con las que cobren vida las lecciones. Cuanto antes les enseñen a discernir y a decidir bien ellos mismos, más a salvo estarán y mejor preparados para las decisiones que solo ellos pueden tomar. Un ejemplo práctico de esto se puede dar si tienen piscina. Puede que haga falta una cerca alrededor para evitar accidentes, pero también querrán enseñar a sus hijos a nadar, y con el tiempo ayudarlos a ser buenos nadadores. La valla es la protección inicial, pero al enseñarles a nadar los preparan para desenvolverse sin riesgos en el agua. Estas lecciones de vida que no se pueden enseñar solamente en clase. Se aprenden con el tiempo, y exigen mucha comunicación, debate y experiencias para que los hijos entiendan y maduren en esos aspectos. Pero esas experiencias y enseñanzas los volverán más prudentes, fuertes, equilibrados, maduros, sagaces y comprensivos, y los equiparán mejor para la vida. La experiencia es buena para sus hijos y los prepara para la vida, si los ayudan a aprender de ella. ¿Qué significa preparar a los hijos para la vida? Significa ponerse a pensar en cómo ayudarlos a avanzar por las etapas naturales de crecimiento y desarrollo, conscientes y enterados de lo que pasan sus compañeros, y prepararlos para cuando tengan que encarar situaciones parecidas. Significa enseñarles a ser valientes en las dificultades y a encarar situaciones nuevas de forma responsable y con confianza. Significa que les enseñen a discernir el bien y el mal y a comportarse con integridad, autodisciplina, convicción, amor, tolerancia y fortaleza de carácter. Esas son lecciones de vida que imparten a sus hijos porque son componentes de buen carácter que conformarán la brújula moral de sus hijos para la vida. Esas lecciones de formación del carácter les vendrán muy bien durante toda la vida, y los padres son los instructores clave para educar a sus hijos de esa forma, ya que al transmitirles sus convicciones y valores los ayudan a encontrar el rumbo debido para su vida. Vale la pena esforzarse para enseñarles a abrirse camino entre los aspectos negativos y cuestionables de la sociedad, a discernir con exactitud el bien del mal, y a fundamentar sus decisiones y actos en una ética y una perspectiva cristianas. Los hijos en la actualidad enfrentan muchas influencias y las enfrentarán mucho más a lo largo de su vida. Les convendría tomarse un tiempo para descubrir a qué se enfrentan sus hijos sin que ustedes lo sepan. Podrían hablar con otras personas con las que se relacionen sus hijos y pedirles su opinión. Estar preparados es mucho mejor que llevarse una sorpresa desagradable, y si dedican tiempo a ello, piensan las posibilidades y las conversan, pueden estar mejor preparados para las diversas situaciones con que se puedan ver o se estén viendo ya sus hijos. Es natural que a veces los hijos tomen decisiones no muy buenas o erróneas, porque están experimentando y aprendiendo a aplicar la formación que les han dado. Por eso, si ustedes participan activamente en su vida cuando ellos se topen con influencias diversas, y cumplen así su deber de aconsejarlos cuando tengan dudas y ayudarlos a determinar cómo pueden tomar buenas decisiones, les brindan una preparación constante. Es enseñarles a vivir a diario la teoría de su formación. Concéntrense en ayudarlos a cultivar convicciones, enseñarles a decidir bien ante la presión social o si están en situaciones difíciles y abrir vías de comunicación para que ustedes puedan orientarlos a fin de que superen lo que vayan encontrando. |
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